' 1959
1) Como a la siete de la mañana del pri- mer día del año, Fidel estaba despotricando contra los que habían tirado al aire para celebrar el fin del 58. «Les voy a cortar el suministro a los del pelotón de contramaestre, los voy a poner a 50 balas; les voy a meter un consejo de guerra, con lo que cuesta que cada bala llegue hasta acá».
La manera como llegó la noticia difiere. O bien la oyó un periodista sumado a la columna, o bien la escucharon en Radio Rebelde y mandaron un jeep al central América donde Fidel tenía la comandancia después de la batalla de Mafo, o bien la escuchó un campesino en una estación gringa. El caso es que el jefe del Ejército rebelde se enteró de que el dictador había huido mientras desayunaba arroz con pollo y un café con leche.
Batista había despedido el año a las 2.10 de la madrugada tomando un avión en La Habana y desapareciendo de la Historia con un país perdido y 300 millones de dólares en sus cuentas bancarias.
Versiones de los que estaban cerca del comandante aseguran que lo primero que dijo fue: «¡Coño!».
Luego se encerró en el bohío y escribió a toda velocidad una proclama para impedir que el general Cantillo inaugurara un batistiato sin Batista. Revolución sí, golpe militar, no.
En Radio Rebelde se le habían anticipado y estaban ya anunciando una intervención suya.
Horas más tarde leía ante los micrófonos una serie de instrucciones para el país, los ciudadanos, y los comandantes del Ejército rebelde, y comenzaba a organizar la marcha sobre Santiago, donde los mecanismos de un posible pacto con los militares locales se habían armado en los últimos días.
Fidel se preparaba para su última batalla.
2) El personaje se queja sistemáticamente de la falta de lápices, usa dos relojes en la muñeca izquierda, fuma, si puede, puros liados a mano en la sierra. Cuando no encuentra una respuesta rápida y es rara la vez, se mesa la barba de chivo. Ultimamente ha estado leyendo La piel de Curzio Malaparte, un manual de ganadería, las memorias de un mariscal finés, las obras de Martí. Pesa casi 100 kilos, es miope. Si pudiera escoger, comería pescado y helados, que no los ha visto en estos años en la sierra. Su segundo nombre, que a veces usa como seudónimo, es Alejandro; es el quinto de nueve hermanos, hijo de un emigrante gallego propietario de un latifundio cañero. Tiene 34 años.
3) Mientras tanto, en La Habana, con los restos de la dictadura batistiana en fuga o descomposición, se producen tiroteos esporádicos entre las milicias urbanas y policías o formaciones parapoliciales como los Tigres del senador Masferrer. Automóviles desbocados recorren las calles. La sabiduría popular, convertida en venganza, la emprende contra los símbolos del desaparecido poder lanzando a la calle las ruletas y las mesas de juego de los casinos.
4) Fidel entra el 2 de enero en Santiago, la capital de la revolución, en medio de un júbilo popular que pocas veces ha vivido Cuba. Ha negociado la sui generis rendición de la guarnición, que se ha pasado a su bando. Las mujeres lo besan, los niños lo tocan; el arzobispo abraza a los capitanes rebeldes.
Fidel camina por la calle con el rifle al hombro. Una maravillosa foto publicada por Bohemia le muestra rodeado de un mar de gentes, la cabeza y el rifle sobresalen de la multitud.
Desconoce a los militares sucesores de Batista y destruye las manipulaciones de la embajada norteamericana. Forma Gobierno: Urrutia, presidente; primer ministro, Miró Cardona, y un Gabinete en el que domina la oposición burguesa moderada con incrustaciones del 26 de Julio y del que están ausentes las otras dos fuerzas insurreccionales aliadas al 26, el PSP (los comunistas) y el Directorio. Conserva el control casi absoluto del Ejército rebelde, aunque cede por unos días al batistiano Rego Rubido, que capituló en Santiago, el Ministerio de la Guerra. Mantiene hombres del 26 de Julio en el recién creado Ministerio de Malversación de Bienes (Faustino Pérez), que perseguirá la corrupción batistiana, Educación con Armando Hart, Sanidad con un médico de la sierra, Julio Martínez Pérez; Interior con Luis Orlando Rodríguez, Trabajo (Marcelo Fernández) y Comunicaciones (Oltuski). Es un Gobierno del 26 de Julio urbano y la oposición democrática más blanda. Un extraño Gobierno.
Y a las 5.15 de la tarde entran las avanzadas de la columna de Camilo en el campamento de Columbia en La Habana sin encontrar oposición. Avanzada la noche, el Che contempla por primera vez La Habana, una ciudad que le han contado centenares de veces pero que nunca ha visto, una ciudad que debe parecerle irreal. En minutos controla el campamento de La Cabaña.
5) Retrato político: no es marxista, ni siquiera socialista. La sierra lo ha hecho agrarista convencido. Ha leído a Martí hasta la saciedad. Es un hombre de gestos y de símbolos. Su lectura de la Historia de Cuba lo hace violentamente antimperialista. Es un artífice de los frentes, de las alianzas. Los equilibrios fuera, los centros de decisión, propios.
6) Fidel lentamente, muy lentamente, consolidando la victoria política más que asegurando la victoria militar, avanza hacia La Habana. Dirá más tarde: «Y además, cuesta un trabajo tremendo meter la marcha , el orden de la columna, porque se meten máquinas por donde quiera y yo digo que menos mal que no tenemos que combatir, porque el caso iba a ser que había que pedir que dispararan con mortero e iba a disparar el flash un periodista».
Se celebra en las calles, prosigue la huelga general. En estos primeros tres días de revolución 800 exiliados retornan en avión desde todos los puntos de América.
7) Revolución, el periódico del 26 de Julio, se convierte en un diario de gran tirada, ocupando las instalaciones de un periódico batistiano. Un anuncio en las páginas interiores muestra a un barbudo con una granada al cinto y un pintor de brocha gorda frente a frente con el letrero de Toda muestra confianza entre ellos. El anuncio registra el emocionado aplauso de la Dupont Interamerican Chemical Co. a la revolución. Un amor bastante efímero.
8) El 8 de enero, desde la fortaleza de La Cabaña, el Che escucha el clamor popular que está produciendo la entrada de la columna de Fidel. Con unos prismáticos observa el primer jeep donde Fidel, acompañado de Camilo, encabeza la columna en medio de la multitud que impide materialmente el paso de los vehículos.
En tan sólo un día, Fidel consolida su liderazgo popular indiscutible. Parece estar en todos lados. En el campamento de Columbia pronuncia un discurso en el que hace llamadas a un orden que promete cambios; establece la clara voluntad, compartida con el pueblo, de desmontar la dictadura de Batista. Camilo, el cristo rumbero, está a su lado; Fidel le pregunta: «¿Voy bien, Camilo?» y éste confirma: «Vas bien, Fidel».
Mientras habla, dos palomas vuelan alrededor del podio. Una tercera se posa en su hombro. Consciente o no de su presencia, Fidel sigue hablando, mientras, en un país donde la santería es tan religión oficial como el catolicismo, una revelación simbólica estremece a la gente. El uno, el símbolo de la lotería popular, el Caballo, Fidel, al que hasta las palomas bendicen.
9) En los próximos días Fidel se librará de los puros y de los batistianos suaves, controlará al Directorio poniéndole a la defensiva, hará depender la policía del Ejército rebelde, la única fuerza en la que confía y que siente propia porque ni siquiera su movimiento, el 26 de Julio lo es, y ordenará el desarme de las milicias.
10) Mientras tanto, los juicios sumarios y las posteriores ejecuciones de los torturadores batistianos comienzan a crear las primeras tensiones entre la revolución y el Gobierno norteamericano. Por un lado no se contestan los pedidos de extradición del senador Masferrer, quien llegó en su yate a Miami con 17 millones de dólares mal habidos, o de Ventura, uno de los más terribles asesinos uniformados de la policía de Batista. Por otro lado, el senador Wayne Morse y la revista Newsweek acusan a la revolución de estar fusilando indiscriminadamente a sus opositores.
Según el historiador Hugh Thomas, hacia el 20 de enero se habían fusilado unos 200 militares y policías batistianos, en un ambiente recalentado por los medios de comunicación, que todos los días narraban historias terribles sobre cementerios clandestinos, asesinatos de jóvenes desarmados, violaciones; mostrando cementerios clandestinos recién descubiertos y reabriendo el expediente de matanzas de campesinos inermes durante las ofensivas contra la Sierra Maestra. Jules Dubois reseñaba en la prensa norteamericana el caso de uno de los condenados, un policía que había confesado al menos el asesinato y tortura de 17 jóvenes durante la etapa de la lucha urbana.
Ante la campaña norteamericana, Fidel contraataca en un discurso celebrado el 21 de enero ante Palacio comparando los crímenes de la dictadura con los de Nüremberg y ratificando el derecho a la Justicia popular y a los fusilamientos. Somete a referéndum de mano alzada si la Justicia que se está haciendo con los torturadores es correcta. Según Carlos Franqui, en aquellos momentos director del periódico Revolución: «Un descomunal sí unánime contestó a la pregunta de Fidel».
El tema está candente. La presión popular entre los sectores sociales afines a la revolución es enorme, y Fidel siente que ceder en una primera fase a las presiones norteamericanas es renunciar a la soberanía.
11) Fidel escucha a todos, oye a todos y decide en soledad. O más bien, habla a todos, les dice a todos parte de lo que quieren oír y luego decide.
Nadie sabe de qué tratan las conversaciones con el Che en La Cabaña. Un par de fotos registran el rostro de concentración del Che, sentados ambos en un catre. Lo que sí queda claro es que Fidel habla y el Che escucha.
PACO IGNACIO TAIBO II, escritor mexicano, es autor del libro «Ernesto Guevara, también conocido como Che» '
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