CAEN LAS LAGRIMAS POR LA MUERTE DE EDMUNDO NARANCIO.
  HISTORIADOR  Falleció Edmundo Narancio     Edmundo Narancio 
   
  VICTOR LAMONACA 
  Sus innumerables alumnos, sus colegas docentes, sus compañeros del periodismo, de los arduos caminos de la investigación histórica, sus amigos de todas las ramas de la actividad humana, lo tendremos presente como una persona que, por encima de todas las cosas, es digna de admiración y de profundo respeto. 
  Y ello es así no sólo en los ambientes nacionales, en los que transitó a lo largo de sus fecundos 84 años, sino más allá de nuestras fronteras, que recogieron su sapiencia de la Historia de la Región Platense y su rigor documentalista. 
  Muy alto y muy delgado, parsimonioso en sus desplazamientos pero firme y categórico en su vocalización y en la manifestación de su pensamiento, muchas veces creímos que hablaba a través de sus larguísimos dedos, que manejaba con una expresividad realmente asombrosa. 
  Ingresó a la página editorial de "El País" por invitación de Don Eduardo Rodríguez Larreta y, de inmediato, su inteligencia, estilo y convicciones le granjearon la absoluta confianza de dicho ilustre cofundador de nuestro diario --lo cual es mucho decir-- y le permitieron desempeñarse como Secretario de Redacción, además de editorialista. 
  Desde el punto de vista ideológico, nadie pudo tener la más mínima duda sobre la posición que asumía el Prof. Narancio en esa materia: su rechazo de las corrientes marxistas era proverbial; más aún: su pensamiento y su acción no se limitaron a cuestionar conceptos y actitudes sino que se dirigieron, también, a desenmascarar lo que estaba oculto y a sacar a la luz lo que pretendía mimetizarse bajo los principios de libertad a los que, él entrañablemente, adhería. 
  En ambos sentidos, Narancio combatió sin concesiones ni vacilaciones. 
  Tuvo el coraje de defender sus ideas y de proceder sin demagogia alguna, de acuerdo con su criterio y no con el del esnobismo intelectual de algunas esferas. Ello le valió oleadas de enemigos entre las huestes totalitarias a las que fustigaba sin cesar. Esa fue la mayor condecoración que recibió, junto a las distinciones y reconocimientos de que fue objeto por su brillante trayectoria académica y por sus dotes de investigador. 
  Pero, igualmente, recibió la devoción de sus amigos, de las columnas de amigos que advertían en él no sólo el calor fraternal del que se daba como tal --para Narancio, manaba sinceridad pura cuando se dirigía a alguien llamándolo amigo-- sino la lucidez intelectual y la fortaleza de carácter que lo convertían en un conductor nato. 
  Para esos amigos, su riquísimo anecdotario y su sentido del humor serán inolvidables facetas que respaldaron, con su cuota de humanismo, la tremenda personalidad que acaba de perder el país. 
    
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  * Edmundo Narancio desplegó actividades como historiador, docente, periodista, hombre público y diplomático. Era presidente del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay y recibió la medalla de oro por servicios cumplidos durante 50 años en el Instituto Panamericano de Historia y Geografía. Durante 20 años fue redactor responsable de El País, ocupó los cargos de ministro de Educación y Cultura, interventor de la Universidad y embajador ante la ONU. Su velatorio es en Javier Barrios Amorin 1074 y el sepelio será hoy a las 9.45 en el Cementerio del Buceo.          
    
   
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