DESFILE DE COMPARSAS EN PUNTA DEL ESTE.
LUEGO DE 25 AÑOS SE REALIZO EN PUNTA DEL ESTE UN DESFILE DE COMPARSAS LUBOLAS A fuego y tamboril Morenada, Yambo Kenia, Serenata africana y Kanela y su Baracutanga bailaron por Gorlero.
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MALDONADOI MONICA ROBAINA
Hoy a las 21.30 hs. estallarán 3.800 bombas de colores en la noche de Piriápolis. Esta fiesta repite la vivida días atrás en Punta del Este, cuando se realizó luego de 25 años un desfile de comparsas, deleitando a turistas y locatarios. Muy pocos recuerdan haber visto semejante fiesta de Carnaval en Punta del Este. Pero además, pocas veces en la última década un espectáculo congregó a casi 100.000 personas.
La gente de todo el departamento se sumó a los escasos turistas que frecuentan Punta del Este a esta altura de la temporada y, por primera vez en lo que va del mes, despejaron el aire otoñal que se respira en la península. Por una noche febrero dejó de parecerse a marzo.
Los lubolos de Kanela, Morenada, Serenata Africana y Yambo Kenia, más las mulatas de Bafo da Onça y el batuque de la escuela de samba Imperatriz, quebraron el mito de que una fiesta de corte tan popular no podía tener éxito en la elitista Punta del Este.
Hombres y mujeres de todas las edades y clases sociales saludaron el paso de las cuerdas de tambores y se animaron a mover cinturas y caderas al frenético ritmo de las vedettes.
PERSONAJES. Algunos, como Carlos Páez Vilaró, tuvieron el privilegio de volver a sentir el espíritu del Dios Momo en Gorlero después de casi tres décadas. Otros presenciaron un espectáculo que sólo habían visto por televisión, por falta de recursos para viajar a las tradicionales "Llamadas" montevideanas.
No importó a las señoras que alguna enorme bandera flameara sobre su cabeza hasta destrozar el más elaborado de los peinados. No alteró su paciencia el insistente pregón de los vendedores de papas chips, ni los pisotones de niños inquietos que dañaron las esmaltadas uñas de los pies.
Los grupos de turistas europeos y asiáticos, que ese fin de semana abundaban en el balneario, apelaron a sus cámaras para registrar el fenómeno que los dejó moviendo el esqueleto hasta que las lonjas se enfriaron. La península fue una fiesta por largo rato, mucho después de que el "borocotó chás chás" dejó de retumbar entre los edificios.
Después, en la playa, los más veteranos se instalaron en sus reposeras y los jóvenes se tiraron en la arena para apreciar los magníficos fuegos del tercer milenio. Un aplauso general, a lo largo de varios quilómetros de costa, sacudió la noche cuando finalizó el espectáculo que iluminó mar y cielo por casi media hora.
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