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Pastimes : URUGUAY, en EspaƱol. Pais Peligroso. -- Ignore unavailable to you. Want to Upgrade?


To: Elio Madama who wrote (298)2/9/2001 2:36:31 AM
From: Elio Madama  Read Replies (1) | Respond to of 505
 
Y DESDE NUESTRA QUERIDA CIUDAD DE NEW YORK.

Aperitivo filarmónico
Gusto y arte
Nueva York se somete al visitante exigente sin ofrecer resistencia pero imposible abarcar todo lo que ofrece.


BOHEMIO. Un lugar donde la intelectualidad y el gusto por la buena comida se dan la mano sin temor.



Con el sonido que supo inspirar Kurt Masur a la Filarmónica de Nueva York todavía en el tímpano, los comensales cruzaron hacia "O'Neals", a un paso del Lincoln Center. El frío obligó a forzar la marcha hacia la esquina de la 49 West con la 64th Street, para esquivar la nevada que ya blanqueaba las aceras. "O'Neals" fue fundada por Michael O'Neals bajo el nombre de "The Ginger Man", 35 años antes. Varios fueron los restaurantes que se sucedieron, entre ellos el abierto en Beverly Hills que fue cerrado en 1994 cuando el terremoto.

El lugar no parece pequeño aunque no es fácil estimar sus dimensiones reales. Ofrece ángulos elusivos y meandros que enmascaran su tamaño real. De acuerdo con su carácter bohemio e intelectual que la vecindad del Lincoln Center justifica o explica, contiene abundante muestra de buen arte contemporáneo. Pinturas y grabados de Larry Rivers, David Hockney y otros que quizá no se ven mejor que en el babélico baño que parece, con su equipamiento de múltiple estilo, sobreviviente del terremoto mencionado antes. Quizá la "pieza de resistencia" plástica del lugar sea el "Ballet Mural" de todo el restaurant y así lo califica el folleto con la historia del "O´Neals" que como una verdadera instantánea fotográfica muestra a algunas de las estrellas de la danza entre 1967 y 1969, pintado por Robert Crowl y que proviene de los muros del viejo "O'Neals Baloon". Eddie Villella del Miami City Ballet, miembros del Royal y del Stuttgart ballets permanecen inmortalizados allí y la propia "Dance Magazine" publicó en su momento un largo artículo sobre el cuadro que los clientes del actual "O'Neals", si lo solicitan, obtienen una copia.

No obstante, las relaciones del lugar con el arte no siempre fueron idílicas. Las columna de Earl Wilson publicó y se ha convertido en leyenda que afirma que a Marc Chagall, con el "overall" manchado de la pintura con la cual realizaba los murales para la apertura del Met, le fue impedido sentarse a comer en el restaurant por su vestimenta inapropiada. Michael O'Neal niega la causa del rechazo afirmando que simplemente no había lugar.

La carta del "O'Neals" refleja lo que se llama cocina internacional, sin mayor pena ni gloria, tampoco graves defectos: más de veinte entradas, dos tipos de pasta, media docena de acompañamientos, un par de pescados, una docena de opciones de aves, carnes de ternera y Aberdeen Angus, cordero y cerdo, sugerencias del día y corta selección de postres.

La carta de vinos, responde al criterio del Gerente de Bebidas Larry Morse, que luce joven , deportivo, suficiente y con una visión del reino enológico más bien descafeinada. Ante la corta presencia de vinos chilenos, responde sin que le tiemble la voz que Chile tendrá buenos vinos dentro de 10 años, con lo cual revela, por lo menos, que debe hacer 10 años que no se asoma a una página de "Wine Spectator", para citar una publicación local que circula por el mundo.

Pero sobre la mesa elegida el cielorraso del lugar muestra un cálido material acanalado, sostenido por columnas de madera de moderada altura que contribuyen a su clima íntimo. El camarero-aguatero trae los vasos de agua de rigor con sus rebosantes cubitos de hielo, mientras afuera el termómetro marca dos bajo cero. El vino que elegimos para regar la cena es un Brouilly 99 del productor francés Duboeuf, sin duda uno de los mejores en vinos del Beaujolais. La copa lo muestra rubí, con el aroma frutal/floral de la maceración carbónica y en la boca se desliza sin problemas: seco y frutal, moderada estructura y una astringencia final que lo desequilibra un poco. Todavía le hará bien algo de botella. Una ensalada estilo griego que lleva el nombre O'Neals, incluye hojas verdes, aceitunas negras, pepino, queso Feta y unos garbanzos cocidos que no le van mal, pero que están allí como perdidos en terreno extraño. Bien aderezada, no quedan rastros de ella. El paso siguiente son unos gigantescos langostinos asados, con salsa de Curry, sobre un blanco lecho de arroz y rodeados por chips de plátanos y algunos vegetales. Los seis langostinos desmesurados, de buena textura y sabor, justifican el amplio campo de arroz. A mi izquierda un salmón que se ve y sabe delicioso, grillé, precedido por una omelette de queso que no merecen reproches. Se termina el vino, la charla con la antigua amiga Marisa reencontrada que evoca sus años en Montevideo como los más felices de su vida. La sobremesa no deja espacio para el postre ni para el café. En síntesis, cocina correcta y atención normal con precios solidarios. Ni defrauda ni entusiasma.



O'Neals'/ 49 West 64th Street, New York, NY 10023/ tel.(001 212) 787 4663/ Precio por comensal según comida y vino descriptos, con el ritual 15% de propina: U$S 33.








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